Los complejos tricolores
Pocas horas han pasado tras el rotundo fracaso de la selección mexicana "mayor" en su verano deportivo, pero más allá de las escandalosas derrotas en finales consecutivas ante Estados Unidos, el futbol mexicano ha cosechado en un pequeño lapso de casi 2 meses los frutos de pésimas gestiones directivas y deportivas que hoy tienen a un ente -selección mexicana- incapaz de competir y dominar en el paupérrimo nivel de la CONCACAF o lo que es peor, sin identidad propia ni con argumentos medianamente accesibles o meramente entretenidos.
Dejando de lado las finales perdidas ante combinados estadounidenses muy diferentes, el problema de raíz con este equipo mexicano sigue siendo la nula identidad futbolística como principal carencia y la terquedad por convocar a jugadores cuyo nivel no está para ser seleccionados nacionales.
Durante toda la Copa Oro y en general en lo que ha sido la gestión de Gerardo Martino, la base táctica no ha cambiado nada. México generalmente se agrupa bajo un esquema (4-3-3) y uno de los primeros problemas con ello es que nunca ha reconvertido sobre la marcha o experimentado otro tipo de variantes para enfrentar a rivales excesivamente defensivos y tampoco se puede presumir que dominen su idea principal de juego.
Si el análisis va enfocado al estilo y el dominio de los conceptos, México en este verano demostró estar muy lejos de ser un cuadro solvente en cada una de las facetas. A nivel defensivo los laterales usados -Rodríguez y Gallardo- no cumplen con su tarea primaria y en ataque suman mucho en velocidad, verticalidad y profundidad, pero no tienen el talento para dar balones de calidad a los atacantes. En la defensa central Moreno cumplió sin ser brillante o 100% sólido y carece de liderazgo para ordenar desde su perspectiva, mientras que Salcedo y Araujo no tienen nada que ofrecerle a la selección con todo y su experiencia europea y Salcedo sobretodo no tiene el nivel elemental para hoy ser considerado jugador de selección.
A nivel ofensivo el "Tata" ha sido muy terco con una idea de juego que al menos tras la lesión de Hirving Lozano en Copa Oro dejó de funcionar en su totalidad. El equipo quedó con Jesús Corona como único extremo nominal para una idea futbolística que depende en demasía de la amplitud por bandas que genere el equipo. La otra banda en ataque la ocuparon de forma intrascendente Pineda y Pizarro pero hay que entender que ellos en el mejor de los casos tienen condiciones ofensivas de media punta y no son jugadores que cumplan un rol mínimamente efectivo como extremos por una banda.
En medio campo el "tri" encontró su mejor futbol o al menos la parte más regular. Alvarez como pivote sobresalió en la recuperación y creación de juego. Herrera fue de los pocos jugadores que tuvo destellos del liderazgo y lucidez técnica pero nada del otro mundo. El último espacio se lo turnaron tanto Dos Santos como Gutiérrez sin sobresalir en ninguno de los juegos trascendentales y sin tener peso específico en la lectura de juego y circulación del balón.
El ataque siempre fue ocupado por Funes Mori que pese al desagrado de muchos, cumplió en todos los juegos con las tareas complementarias a las que está obligado un delantero cuando parte como único eje en ataque -movimientos constantes, saltar líneas, ganar duelos aéreos y fungir como poste o señuelo-, pero desafortunadamente para el cuadro mexicano le faltó gol aunque ofreció todas esas características que México añoraba tras la ausencia de Jiménez.
Como bloque durante todo este verano México fue un equipo de mucha posesión pero poca creatividad y colectividad efectiva en ataque. Se depende en exceso de la velocidad por bandas para que el equipo construya y tenga oportunidades y no se complemente su juego con mayor movilidad, mejor entendimiento de los jugadores o intentar jugar al espacio. Siempre se mostró como un equipo cuya idea primaria era ampliar el campo por fuera y llenar el área de centros. Como consecuencia de ello en varios juegos en los que sus rivales apostaban por un orden defensivo y transiciones a velocidad, el "tri" falló para retroceder en defensa, ordenarse a velocidad y ser eficaces en las coberturas individuales.
La táctica fija en defensa parece ser un fantasma que quedará de por vida en cada combinado nacional ya que cualquier equipo con presencia física es capaz de poner en entredicho la estabilidad y aparente solidez defensiva de México.
Si se quiere ver la falla principal para este certamen en particular es justamente la convocatoria y el armado del combinado nacional. Una mezcla de jugadores jóvenes a los que casi nunca usó Martino y otros más con recorrido, pero no por ello buen presente y aptitudes para jugar con el "tri". Es decepcionante que a jugadores como Erick Sánchez o Alan Cervantes no se les haya dado un voto de confianza en ningún momento para buscar mayores variantes en medio campo o en defensa con los casos de Kevin Alvarez y Osvaldo Rodríguez en las bandas.
A México le falta talento mayor talento que seguramente estará para las eliminatorias, pero aunado a ello a este grupo le falta un verdadero líder tanto fuera como dentro del campo y por sobre todas las cosas una idea futbolística que sea plausible para las condiciones del futbolista mexicano. Esa es y sigue siendo la gran laguna del futbol nacional.
Del 11 regular del "Tata" para esta Copa Oro hoy los únicos rescatables son Moreno, Alvarez, Herrera, Corona y Funes Mori, en el entendido que Talavera es y seguirá siendo suplente cuando esté nuevamente disponible Ochoa. En todas las demás posiciones a México le urge tener nuevos futbolistas o a Martino se le tendrá que exigir que convoque a jugadores con mejor presente que los usualmente convocados.
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