Momento de cambiar

Con el escándalo que vive el futbol veracruzano y los actos violentos suscitados en San Luis Potosi hoy más que nunca los reflectores que tendrían que estar enfocados en la cancha, han pasado a los escritorios de la Liga Bancomer MX y la Femexfut -Federación Mexicana de Fútbol- y en específico a Enrique Bonilla y Yon de Luisa.

En primera instancia dando por  entendido  que ellos son la base de los problemas que afectan hoy a la institución de Tiburones Rojos de Veracruz,  al no haber frenado la afiliación de dicha institución cuando debieron. Era su trabajo verificar la estabilidad financiera del empresario que estaba a cargo del club -Fidel Kuri- aunado a verificar el plan a mediano plazo que también se le solicita a todo club para evitar estos inconvenientes.

La principal excusa de el empresario Kuri se basa en adeudos de administraciones pasadas que él tuvo que resarcir al hacerse responsable del cuadro veracruzano, pero él desde un inicio no debió ser aceptado en el futbol mexicano profesional al estar ligado de manera continua en la política -habiendo sido diputado local y Federal en el pasado reciente-, hecho que está prohibido de manera clara en los reglamentos del futbol nacional.

Con los diversos reglamentos en mano, que en muchos casos presentan ambigüedades generales y particulares mediante las cuales es relativamente fácil "jugar", es evidente que las personas directamente al mando del futbol mexicano fomentan la informalidad con la que se maneja el deporte más visto en el país. 

El caso de Veracruz difícilmente se arreglará tras la oferta que ambos personajes hicieron al poner 18MDP -millones de pesos- a disposición de la Comisión de Resolución y Controversias. Los jugadores tienen que hacer eso que no han hecho en 14 jornadas para poder disponer de ese dinero; denunciar. Evidentemente ellos son tan responsables como los directivos antes citados, pero quienes permitieron estas agravantes en un futbol al que le gusta navegar con banderas de "innovación", "infraestructura" y "solidez deportiva y financiera", fueron las personas de "pantalón largo". 

Tras los hechos violentos que acontecieron en el Estadio Alfonso Lastras, hoy lunes aún no hay declaraciones de estas instituciones que representan al balompié nacional. Le han dejado el trabajo a la Comisión Disciplinaria que en el pasado reciente ha mostrado lo permisiva que es citando el castigo que hace unas semanas le dieron a Miguel Herrera luego de ofender a cierto árbitro llamándolo "puto" y "maricón" al menos una vez. 

Esta comisión decidió castigar por dos juegos a dicho técnico afirmando que para ellos esas palabras no eran discriminatorias y dicho acto no suponía una suspensión mínima de cinco juegos como lo dicta el reglamento.  A los pocos días el futbol mexicano lanza una campaña para erradicar la palabra "puto" del futbol mexicano al ser considerada desde FIFA como una expresión discriminatoria...

Hoy se tendría que sentar un precedente que no solo sirva para el futbol mexicano, sino para la sociedad misma que hoy evidentemente lo necesita. Más allá de que este juego entre Atlético San Luis y Gallos blancos de Querétaro estaba catalogado desde hace semanas como un evento de alto peligro, nada justifica que estos grupos violentos se sigan presentando en el futbol mexicano y se sepan dueños de su respectiva zona tan solo por el simple hecho de viajar en la mayoría de los casos a donde vaya el club.

Culpables ante estos lamentables hechos hay muchos. Las autoridades locales no implementaron un protocolo digno de la importancia que merecía este cotejo. Los clubes involucrados al igual que todos los demás son culpables de seguir fomentando que estas barras existan y se desplacen en cualquier estadio sin respetar a propios y extraños. 

Lo mejor que podrían hacer para sentar una base respetable sería el vetar al estadio para cualquier competencia por lo que resta del año deportivo 2019-2020 y vetar a ambas aficiones de cualquier estadio por el mismo tiempo como mínimo. 

Al futbol y al país ya no le basta con simples sanciones económicas. No mostrar mano dura ante este tipo de situaciones violentas es seguir fomentando una cultura en la cual la violencia no tiene consecuencias severas. México hoy más que nunca necesita actuar desde donde se produzcan estos actos, de manera fuerte. Hoy no importa quien haya empezado. Está en juego algo más que un simple espectáculo. Se tiene que mandar un mensaje claro a toda la sociedad desde un sector ampliamente seguido como lo es el futbol.

Está en las manos principalmente de dos personajes. Los dueños de los clubes, mientras no se vean afectados de manera directa no moverán un solo dedo. Los jugadores quedó claro que están muy lejos de mostrar una unidad que hoy solo ha existido en el gremio más criticado; el arbitral. Más allá de los juegos, los resultados y todo lo bueno que pueda representar el futbol en una sociedad, hoy el balompié mexicano debe cambiar. Desde sus bases debe mostrar solidez y respeto. De lo contrario mejor que vengan otros que estén dispuesto a ello.





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