Potencia sin trascendencia
Mucha polémica se ha generado con este recién finalizado mundial sub17 en el entorno mexicano.
Más allá de la final y la molestia evidente de muchos fanáticos -que por su misma pasión no entienden que el penal marcado a favor de Brasil fue bien sancionado-, muchas de las interrogantes de esta "nueva" generación de futbolistas mexicanos han girado entorno al porqué no terminan por consolidarse si quiera en el profesionalismo en muchos de los casos.
Dentro de este aspecto central hay que considerar que en primera instancia la categoría sub17 aún está lejos de considerarse dentro de la rama del profesionalismo. Si bien es cierto que a esa edad los futbolistas ya tienen una inercia relacionada al deporte de alto rendimiento, aún no están completamente desarrollados físicamente y el aspecto mental por obvias razones, también está en fase de maduración.
El entorno familiar, la fama o la nula oportunidad que en general hay de parte de los clubes mexicanos, son las principales causas por las cuales estos jugadores no terminan ni si quiera por consolidar su carrera en el futbol de máximo nivel. Pero hay que entender que esta es una realidad en todo el mundo. Por eso no es de sorprender que las selecciones europeas no sean protagonistas en esta categoría sub17, mientras que los equipos africanos sean las principales potencias.
En Europa lo que se toma con seriedad es la categoría sub21 a la cual normalmente le permiten jugar con futbolistas de hasta 23 años. Lo que vendría siendo una selección olímpica. En esa categoría los jugadores de las principales selecciones son atletas consagrados y con participación constante con su primer equipo.
En México se es muy permisivo en ese tema. A los 21-23 años los jugadores apenas van acumulando sus primeras participaciones en los equipos de primera división. Son escasos los casos de jugadores con 23 años consolidados en su posición y con juego constante y muy pocas veces son en posiciones donde el futbol fluya.
El tema de los jugadores extranjeros es y siempre será una problemática latente en el futbol mexicano. Hay un exceso de jugadores foráneos en todos los clubes, pero querer atacar este mal siempre irá de la mano con el espectáculo que el mismo futbol siempre quiere vender.
Es cierto que muchas veces los extranjeros no rinden al nivel que uno supondría y que quizás se les da muchas más oportunidades por encima de los jugadores juveniles, pero ahí intervienen aspectos como la calidad de reclutas que hay en los equipos, la inteligencia deportiva y los mismos futbolistas extranjeros.
La realidad es que México no es un país que se caracterice por la formación de futbolistas. México es un país que explota al futbol como el espectáculo deportivo más visto en el mundo. Una cosa es que los directivos encargados del mismo vendan la idea constantemente de progreso y evolución, pero otra muy diferente es que lo sepan hacer y lo hagan en verdad.
A los verdaderamente afectados por el futbol mexicano solo les interesan las ganancias y si México nunca se ha caracterizado por formar futbolistas para luego venderlos, es muy difícil que esa idea cambie en su globalidad.
Casos como el de Grupo Pachuca se pueden tratar a parte. Un grupo que se preocupa por los jugadores como pocos en México y que realmente le da las oportunidades cuando el talento existe. Los casos de Chivas, Pumas o América tienen ejemplos aislados de efectividad y aunque su pasado muestra canteras sólidas y con talento, su realidad está muy por debajo de lo que venden al exterior.
Pero el tema importante es que al medio local no le interesa llevar a cabo la tarea de desarrollo de talento. Por mucho que se impongan reglas como la de los minutos obligatorios que deben sumar con jugadores de 20 años, se sigue permitiendo que los clubes contraten al número de extranjeros que ellos quieran y ni si quiera ponen limitantes de calidad que al menos aseguren que llegue cualquiera que termine por se un fiasco.
México podrá ser potencia en la categoría sub17. Cuatro finales y dos campeonatos solo indican que hay buen trabajo en esa categoría que muchos países considerados potencias han ignorado. Brasil ya tiene tiempo dandole importancia y hoy son la selección más ganadora, pero ellos están acostumbrados a producir futbolistas desde edades tempranas y no les da miedo apostar por ellos.
A las demás potencias sencillamente les importan más las categorías superiores o simplemente su categoría mayor.
A México simplemente le toca ir como niño chiquito, de la mano y ahora intentar consolidarse en el siguiente nivel. La sub20 nunca ha cumplido con las expectativas en el pasado reciente. Es esa la tarea que se le debería asignar al futbol mexicano. Pensar en el el Tri mayor es seguir esperando un mediocre quinto juego que difícilmente llegará sin un proceso serio y que en el caso mexicano se le requiere trasladar a cada categoría previa.
Aunque suene a burla esa es la asignatura del futbol mexicano para trascender. Se debe asentar en cada categoría previa para poder dar el salto en próximas generaciones. México ha demostrado que no puede sostener el salto de calidad de forma constante. Sí, le pueden ganar a Alemania un día, pero a los quince días seguramente perderá contra un equipo de menor nivel.
El futbol mexicano debe trabajar de la mano de estas categorías. Ya se es potencia en sub17. Toca la sub20 y luego la sub23. Una medalla olímpica en 2012 ya suena a un hecho aislado. No se refrendó ese logro y por lo tanto no se pude hablar de una hegemonía. Si quieren seguir apostando a la selección mayor sin un sustento que evidentemente necesita el futbol nacional, se seguirá presumiendo que son potencias en una categoría que para el futbol mundial no es trascendental.
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