Obstinado y sobrevalorado
Ante la pobre baraja que existe hoy de entrenadores capacitados para dirigir a un club del máximo circuito del futbol nacional, los nombres con talento suficiente como para presentar un proyecto serio y aspiracional en el futbol mexicano son escasos.
Con esta clara problemática también es válido sumarle la comodidad con la que viven algunos estrategas, que conscientes del nivel irregular que impera en la liga, promueven y conviven con una mediocridad que afecta el desempeño de la liga misma que constantemente se vende como un producto entretenido y de calidad.
Dentro de esta gama de entrenadores que pareciera ser que están en su zona de confort sobresale el ex estratega nacional, multicampeón con el Club América y que tal parece hoy explota más su imagen como figura pública por encima de su principal labor como entrenador.
Polémico como él solo, Miguel "Piojo" Herrera ha visto como su carrera de entrenador ha pasado de ser una dedicada básicamente a clubes con proyecciones reducidas, o con limitantes claras de talento y/o dinero, y una completamente distinta como lo es actualmente en donde su papel de estrella mediática podría incluso superar a la de muchos de sus jugadores.
No tendría nada de malo si el desempeño de su club respaldara tales actitudes que constantemente Miguel Herrera muestra para con el ente público. El problema con el presente que sostiene a este entrenador mexicano, radica en que no se ve en sus clubes esa actitud que él a lo largo de su carrera en el futbol siempre ha proyectado.
En el aspecto meramente deportivo, su equipo lleva al menos año y medio sobresaliendo principalmente por el talento individual que tiene y tampoco ha sido la gran plantilla en las últimas campañas.
Como resultado de este evidente estancamiento de el "Piojo" como estratega, hoy es común que se hable de él por lo que dice de más, sus exacerbadas y exageradas quejas y su latente y continua justificación ante los malos resultados.
Hoy ante alguna derrota de su club, la declaración siempre es la misma. Critica en demasía a los árbitros -que ciertamente también tiene algo de culpa-, pero nunca ha aceptado sus errores como el líder azulcrema que es actualmente.
Tuvo que haber sido suspendido cinco juegos hace unas cuantas semanas por las evidentes faltas de respeto hacia los árbitros, pero por cuestiones inexplicables quienes dictan sentencia en el futbol mexicano solo le dieron dos juegos de suspensión. El pasado sábado nuevamente salió expulsado un minuto antes de que se consumara otra derrota para su equipo y la tónica vuelve a ser la misma.
Miguel Herrera hoy representa al técnico sobrevalorado que sobrevive por el talento individual con el que cuenta, pero que no presente grandes adeptos clave que harían de su equipo un cuadro más completo y complejo al enfrentar.
Ante esto también hay que aceptar que desde el otro lado nos hemos encargado de consumir y aceptar todo lo que este personaje representa. Como figura mediática a muchas marcas le ha servido su estilo agresivo, para denostar una hegemonía palpable al momento de querer vender un producto. Acostumbrado a pedir perdón tras equivocarse, solamente nos ha acostumbrado a ver en él a alguien que simplemente no sabe aprender de sus errores, aunque en sus continuos videos post-escándalo diga lo contrario.
En el área deportiva poco se le puede defender. No es realmente un entrenador que potencie las cualidades de sus jugadores. Le encanta experimentar y posicionar a sus elementos en diferentes zonas, pero son pocos los casos en los cuales le ha sabido sacar el máximo a sus jugadores, pero con uno o dos ejemplos se le ha magnificado como si fuera un genio de la estrategia.
Esa es la realidad de un entrenador que ha explotado como pocos su posición mediática, a costa de ser hoy un entrenador más, que poco futbol brillante produce en su club, pero que por su popularidad hoy vive como auténtica estrella cuando en su labor principal últimamente solo sabe justificarse y encontrar problemas para él y para su club de manera constante.
Un personaje obstinado, con un pasado como entrenador ejemplar y hasta cierto punto aspiracional, pero con un presente que refleja al verdadero Miguel Herrera que más que un ejemplo a seguir, es el vivo reflejo de un entrenador sobrevalorado pero engendrado o producido por el mismo medio, que mientras haya espectáculo poco le interesará si es por el balón o por otra cosa.
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