México, el eterno adolescente 2.0
Y tras cuatro años y una nueva oportunidad frente a la historia, sucedió lo mismo.
Pareciera que es muy difícil para muchos el entender el porqué la selección mexicana no logra conseguir resultados importantes en el máximo nivel futbolístico. Con los años se ha vuelto más fácil culpar al rival, al árbitro, a los técnicos o incluso a los sistemas tácticos que ni siquiera muchos terminan por comprender.
Rusia 2018 significaba para la selección mexicana una nueva oportunidad para enfrentar ese historial negativo que carga el cuadro tricolor en cada justa mundialista. Pocos creían en el proceso y en el proyecto, aún cuando se había ganado estabilidad por tres años y dejando a lado los análisis cualitativos y subjetivos, los números hablaban de un trabajo medianamente positivo. Pero un traumático 7-0 no se olvida fácilmente.
Juan Carlos Osorio nunca convenció a la afición ni a los más críticos del futbol nacional. Argumentos hay de sobra tanto para defenderlo como para atacarlo, pero quienes siempre mostraron simpatía por las ideas del colombiano se comportaron como los grandes traidores de un técnico que pese a tener a todo un país en contra, siempre demostró estar más preparado que muchos del medio nacional. Año tras año esos ídolos vuelven a ser los más respetados y admirados cuando son los más responsables de las mismas frustraciones de quienes tanto los idolatran.
En este mundial algo quedó claro dentro de la selección mexicana. Por un lado la unión del grupo fue latente. Admirable y de reconocerse que veintitrés futbolistas sepan unirse para buscar objetivos como verdadero conjunto, pero en este caso fueron más que nada declaraciones y una constante búsqueda de porristas en el medio periodístico, en lugar de críticos.
Una de las grandes lecciones que deberían sacar de este conjunto es que no acepta las críticas aunque estén bien fundamentadas. Buscan ser solapados por todo mundo incluso cuando su futbol no cumple con lo que uno esperaría de quienes en más de una ocasión dijeron "vamos a ser campeones del mundo".
Por cualquier análisis posible, hoy el plantel demostró que puede más con su vocabulario que con sus piernas. Si es por números lo único loable fue haberle ganado a la segunda peor selección alemana en copas del mundo. Seis goles en contra por tres a favor en cuatro partidos, desnudan lo hecho en el campo. El equipo tricolor expuso su mejor futbol en cuarenta y cinco minutos frente a Alemania, pero no se guardó nada para sus siguientes partidos.
Si el análisis va por cuestiones subjetivas y de apreciación, quien no haya visto cómo el conjunto mexicano decayó luego del primer tiempo ante los germanos se dejó cegar por un resultado sorpresivo e histórico. Ante Corea jugaron de forma aceptable pero irregular y se comenzaba a vislumbrar el clásico equipo que permite mucho y le gusta sufrir. Suecia y Brasil mostraron absolutamente todas las carencias que tienen el futbol mexicano tanto deportivas como psicológicas, y quedaron en evidencia esas lagunas que históricamente tienen los equipos mexicanos al jugar futbol.
Y es aquí cuando uno verdaderamente se cuestiona conceptos que por años han vendido a favor del futbol mexicano.
¿Son los futbolistas mexicanos ordenados tácticamente?
¿Existe un estilo que caracterice al futbol y al jugador azteca?
¿Son verdaderos atletas profesionales?
¿En verdad saben manejar la presión?
¿Sirve de algo el tener a jugadores con "experiencia", si esa misma para México está asociada al fracaso?
Cuestionamientos así hay de sobra en este momento y por años se han puesto en el debate deportivo, pero el futbolista mexicano de diversas generaciones y con muchos ejemplos de por medio -partidos jugados-, ha demostrado que en el resultado de hoy radica el tope futbolístico de esta selección nacional.
El futbol mexicano está sobrevalorado así como en específico esta generación de futbolistas. Problemas y fallas hay demasiadas como para contarlas de nuevo, pero tratando en concreto al plantel actual que acaba de fracasar en Rusia solo basta decir que está plagado de atletas mimados, violentados por algo más que su deporte y con la necesidad de ser idolatrados más que nada por una publicación en redes sociales y no por lo realizado en el terreno de juego.
Pese a esto, hay que ser claros y darnos cuenta de que la fórmula no cambiará. El futbol local es un hoyo negro que entretiene a medias con un futbol irregular pero que increíblemente sigue siendo un gran negocio. Las fuerzas básicas presentan esa gran laguna que aún no se supera entre la formación y el profesionalismo. Los técnicos en México practican y desarrollan un futbol arcaico y muchas veces obsoleto. No hay una escuela definida de lo que es o a lo que aspira el futbol en este país. Pero México es y seguirá siendo potencia en la CONCACAF...
Cuatro años pasaron y se demostró que no ha habido progreso alguno en el deporte favorito del mexicano promedio. Ahora no fue un penal, pero excusas siempre sobrarán. El mismo futbol mexicano es el culpable de resultados como el de hoy. Aún no se entiende que esto es a lo máximo que se aspira con un futbol que se vende como si fuera de lo mejor, pero que está lejos de practicarse como los hacen las verdaderas potencias mundiales.
Para los jugadores y para muchos aficionados fue fácil decir "imaginemos cosas chingonas", pero para un país que aspira a más de lo que en verdad hace, pareciera más una historia digna del realismo mágico que tanto gusta en México.
El futbol habló. El "Tri" hizo lo que pudo pero así como hace cuatro años, hoy nos volvieron a demostrar y a recordar que en el estricto sentido del futbol profesional, México sigue siendo el eterno adolescente para este deporte a nivel mundial.
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