En tela de juicio
Otra semana complicada llegó al futbol mexicano. La aparición de
la Cofece -Comisión Federal de Competencia Económica- en el futbol nacional
pone nuevamente en tela de juicio la legalidad en el accionar del balompié
azteca.
Con investigaciones iniciadas en primera instancia a Club América,
Deportivo Cruz Azul y Club de Futbol Pachuca, esta comisión federal se perfila
como el mejor aliado del futbolista del medio mexicano, puesto que estas
averiguaciones están ligadas a “supuestas prácticas monopólicas” en los métodos
que utiliza la LigaMX en su régimen de transferencias –compra y venta de
jugadores-.
Partiendo de que la Ley Federal de Competencia Económica establece
como prácticas monopólicas absolutas a todo acuerdo ilegal entre agentes
económicos que dañan la competencia y que tienen como efecto ya sea manipular
precios, manipular la oferta y la demanda, dividirse el mercado o coludirse en
licitaciones públicas, el futbol mexicano y la Liga MX en particular no quedan
exentas.
Para fines prácticos de futbol, es el famoso “pacto de caballeros”
que por años se ha llevado a cabo en el régimen de transferencias de cada seis
meses, -“draft”- el que hoy es la gran preocupación de los equipos en México.
Si bien es cierto que apenas en abril pasado y de la mano de la
aún joven Asociación Mexicana de Futbolistas Profesionales, habían acordado con
los dirigentes de los equipos de primera división el acabar con esta práctica
en particular, no se puede saber a ciencia cierta si éste “pacto de caballeros”
ya no se implementa.
En términos generales lo que este pacto hacía era quitarle al
futbolista cierta libertad para contratarse con el equipo de su elección cuando
finalizaba su contrato laboral con otro. Aunque el jugador en cuestión no tuviese
contrato alguno con un equipo, dependía de su último club para poder contratarse en México, ya que el
equipo interesado en sus servicios tenía que pagar por “derechos de formación”
a la entidad anterior.
Incluso en negociaciones entre instituciones, la palabra del
jugador no era esencial y los clubes los podían mover de un equipo a otro, pero
si un futbolista se oponía, su carrera deportiva quedaba en peligro.
Por años esta fue una práctica común en el balompié mexicano, pese
a ser la única liga en el mundo en implementarla y estar en contra de los
estatutos oficiales del órgano rector del futbol mundial –FIFA-.
Nadie puede asegurar que estas prácticas finalizaron en abril como
se dijo, y al ser arreglos “de palabra” entre directivas es aún más difícil
afirmarlo, pero significó un nuevo y duro golpe al futbol nacional que ya en
agosto comenzó a recibir auditorías por parte del SAT –Servicio de
Administración Tributaria- y en primera instancia al Club Tiburones Rojos de
Veracruz por posibles dobles contratos con su directiva y por consecuencia
presuntas evasiones fiscales.
Así está el presente del futbol mexicano. Presionado actualmente
por organismos gubernamentales que buscan demostrarle al deporte que ni
siquiera el más seguido en el país está por encima de la ley.
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